martes, 12 de marzo de 2013

¿Qué es el arte?


El término arte deriva del latín ars, que significa habilidad y hace referencia a la realización de acciones que requieren una especialización o una pericia, como por ejemplo el arte de la jardinería, el arte de jugar al ajedrez o el arte de la guerra. Aunque nosotros lo entendemos más como el talento creativo en un contexto musical, literario, visual o de puesta en escena. Trata de provocar una experiencia que puede ser de orden estético, emocional, intelectual o bien combinar todas esas cualidades. Partimos entonces de considerar al arte como una creación humana que ha acompañado al ser humano a lo largo de su historia. Ahora bien, ¿cuándo un objeto es una obra de arte y cuándo no?, ¿cuál es su valor?, ¿para qué sirve?, ¿a qué dan importancia en una obra de arte los historiadores?

Para responder estas preguntas digamos que el arte es una noción abstracta, fruto del concepto del ser humano, de su obra y de la naturaleza. Depende de cómo ve la sociedad el mundo en su época, el mundo de cada época. Pero, sin embargo, es atemporal, porque el observador de la obra de arte la interpreta según su sistema de valores actual, revalorizándola cada vez.

No hay, pues, un concepto de arte universal, ni un lenguaje universal del arte, cada época y cada cultura tiene el suyo e interpreta las manifestaciones artísticas desde su punto de vista.

Por tanto aquello que nosotros en la actualidad llamamos arte es una construcción intelectual, producto de los que han estudiado esta disciplina (y han elaborado por tanto una teoría del arte) durante los últimos doscientos cincuenta años.

El concepto de arte a través del tiempo

Las primeras manifestaciones de lo que llamamos arte están relacionadas con la magia: las pinturas rupestres, las estatuillas paleolíticas, por ejemplo. Pero la idea del arte ha evolucionado hasta dejar de tener ese sentido mágico para pasar a tener, un sentido estético. En todas las épocas ha habido una tensión entre estética y didáctica, según el concepto y la función que se tuviera del arte.

Desde Grecia el arte ha estado relacionado a la naturaleza, la cual se interpreta de forma más o menos idealizada o realista. Los griegos crearon un canon para la representación “bella” de la naturaleza: el ideal era aplicar una serie de principios como el orden, la proporción, la simetría, etc.

Aunque la forma de imitar la naturaleza cambia con las épocas. Sin embargo, siempre ha habido una tensión entre realismo y abstracción, entre la imitación fiel y la idealización más o menos simplificada. La abstracción llegará a su punto culminante en el siglo XX, con la abstracción no figurativa, que Kandinsky llamaría arte total.

Desde el siglo XVIII el arte se concibe como un juego, el arte por el arte, la estética pura, y el elemento decorativo sin más complicaciones. Pero el arte también, en la medida que interpreta la realidad, sirve como espejo de la época, y como vehículo de denuncia social y de transformación humana.

En el siglo XIX el liberalismo adopta una nueva concepción de lo que es el arte: la proyección de la personalidad genial del artista y de sus sentimientos; como Van Gogh que expresa subjetivamente su psicología. Aparece en el arte una tercera tensión: entre la imitación fría y la expresión. El expresionismo en el arte lo encontramos en todas las épocas, pero nunca tan claramente como en el siglo XX.

La fotografía ha liberado al arte de su obsesión por la imitación, por lo que ha de buscar otros caminos que le definan y le individualicen.

No hay, pues, un concepto de arte universal, ni un lenguaje universal del arte, cada época y cada cultura tiene el suyo e interpreta las manifestaciones artísticas desde su punto de vista.